Es difícil empezar a escribir de cero, aunque te apasione hacerlo, aunque sea lo que más te llena en este mundo. Es complicado porque las ideas se agolpan en tu mente, pero parece que la puerta de salida es demasiado pequeña y quedan frenadas justo antes de ver a la luz.
Llevo años planeando crear un blog, pero debido al enjambre posibilidades y opciones que me rondaban la cabeza no me he puesto a ello hasta ahora. Una de las primeras decisiones que intentas tomar es la temática sobre la que tratará. En mi caso, no existía un tema único al que quisiera dedicar el blog, aunque sí algunos principales. Pensé en hacer uno en el que se hablara únicamente de feminismo y sexismo, pero entonces no podría utilizar este preciado espacio para escribir reflexiones sobre la vida cotidiana. Pensé en hacer uno en el que solo contara relatos fantásticos, pero entonces, las historias reales quedarían apartadas.
Pero, después de darle vueltas durante años, pensé, ¿quién dice que un blog debe tener una temática única? Lo realmente importante en el fondo es construir un rincón propio, “una habitación propia”, como diría Virginia Woolf, en la que poder crear, reflexionar, sumirse en el caos, descubrir ideas ocultas y descifrar todo aquello que llevamos por dentro. Sin el lenguaje y las palabras esto no sería posible; la escritura es la herramienta más poderosa que tenemos a nuestro alcance.
Las palabras dan sentido al mundo que nos rodea y, además, nos permiten inventar otros universos imaginarios donde las posibilidades son infinitas. Esto es lo que realmente me apasiona de las palabras, que pueden expresar desde la cotidianidad más tangible hasta los sueños más inconfesables. Por lo tanto, finalmente, decidí que en este blog escribiría para percibir mejor el mundo que me rodea y también para acercarme más a los mundos que viven en la imaginación. De ahí que lleve por nombre Escribir para ver.
Así que, a partir de ahora, cuando mire la pantalla de mi ordenador y vea una página en blanco, en la que solo se mueve el parpadeo del cursor, me dejaré llevar por lo que las palabras quieran plasmar en ese momento. Porque lo más valioso de la escritura es que nos proporciona una libertad sin límites.